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Carta a Sonia Pierre

Por Pedro Domínguez Brito

Hola, señora Pierre. Le escribo para expresarle que no me siento bien con usted. Apoyo a los que luchan contra las injusticias, la discriminación y las desigualdades que atropellan la dignidad humana, siempre y cuando se actúe con la verdad y no motivado por rencores, frustraciones o asuntos particulares.
Me dicen que usted es dominicana, aunque, excúseme si la ofendo, dudo que lo sea de corazón. Si usted venerara a nuestros héroes, amara nuestros símbolos patrios, sintiera el merengue y disfrutara un sancocho, no andaría por el mundo intentando desacreditarnos como nación. Eso es traición.

Los verdaderos dominicanos reconocemos nuestros problemas, expresamos nuestros desencantos sin tapujos, pero lo hacemos entre nosotros mismos, porque cuando está presente algún extranjero, no permitimos que hablen mal de nuestro país, al que defendemos con uñas y dientes y lo catalogamos entonces como el mejor lugar del planeta. Esa es nuestra idiosincrasia. Usted lo hace al revés: aprovecha los escenarios internacionales para humillarnos, para acusarnos de racistas, para decir embustes, lo que demuestra, además, una alta dosis de cobardía.
Usted quiere enfrentamiento, no compartir en paz. Por ello le duele que miles de haitianos estudien en nuestras universidades, donde se destacan por su buen comportamiento, todo en un ambiente de armonía con sus hermanos dominicanos. A usted le atormenta que los haitianos, aun sean ilegales, tengan los mismos derechos laborales que los dominicanos, algo que no sucede con los ciudadanos “sin papeles” de los países que a usted la apoyan económicamente.

A usted le incomoda que un alto porcentaje de las mujeres que dan a luz en nuestros hospitales sean haitianas y que las atiendan igual que a las dominicanas, como debe ser. Lo mismo ocurre en los comedores económicos, donde la mayoría de los que se alimentan subvencionados por el Gobierno dominicano son haitianos.

A usted le sabe a rayos que dominicanos y haitianos convivamos tranquilos, pues son pocos los pleitos entre nosotros, partiendo de la cantidad de haitianos que habitan aquí. No existen dos pueblos fronterizos tan distintos y que tengan tan buena relación como los nuestros. Usted solo hace discursos en Washington, cómodamente, pero en la realidad no suda trabajando para que los haitianos vivan mejor (lo que también debería hacer con los dominicanos, dizque sus compatriotas). Bien lo canta Silvio: “Desde una mesa repleta, cualquiera decide aplaudir la caravana en harapos de todos los pobres”.

Usted, con sus burdas imputaciones, no pretende mejorar las condiciones de los haitianos en nuestra tierra, lo que usted busca es promover la división y el odio entre haitianos y dominicanos, algo que no logrará. Usted no es buena dominicana. Me avergüenzo de usted. Y perdone de nuevo.
El autor es abogado: pdominguez@dominguezbrito.com

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